La importancia del estómago como el segundo cerebro.
Desde hace mucho tiempo se considera al cerebro como el único capaz de controlar y manejar todas las funciones de nuestro cuerpo; como un centro de mando, el maestro de nuestra marioneta de huesos, músculos y piel, responsable de nuestros pensamientos, emociones y decisiones. Pero en realidad existe otro órgano igual de poderoso que aunque no lo parezca, tiene una gran influencia en nuestra salud, de manera física y mental; el estómago. O más específicamente, nuestro sistema digestivo. Este no solo se encarga de procesar los alimentos, si no que también actúa sin necesidad de recibir ordenes del cerebro, es casi independiente y sorprendentemente tiene una conexión directa con nuestras emociones y estados mentales.
Te explico, nuestro sistema digestivo es más que una máquina para procesar alimentos, tiene su propio sistema nervioso que se encarga de regular ciertas funciones como el movimiento de la comida por el tracto digestivo, la secreción de enzimas, la absorción de nutrientes en los alimentos consumidos y en la eliminación de desechos. Este sistemas contiene millones de neuronas por lo mismo es considerado un segundo cerebro además que como dije con anterioridad puede trabajar sin necesidad de una intervención directa del cerebro.
Aunque parezca que estos dos están separados, la realidad es que están profundamente conectados. Esta conexión bidireccional permite que lo que ocurre en el estomago influya en el cerebro y viceversa. Por ejemplo, cuando estamos estresados, es común decir que sentimos un “nudo en el estómago”. Esta sensación no es imaginaria, el estrés también activa respuestas físicas en el sistema digestivo, como cambios y aumento de la acidez en el estómago o dolor abdominal.
Por eso digo que las emociones también se digieren, la ansiedad, depresión y otros trastornos emocionales provocan reacciones en nuestro sistema digestivo. Muchas personas con depresión presentan síntomas como estreñimiento, diarrea o dolor abdominal. Esto se debe a que el 90% de la serotonina del cuerpo -que el lo que se encarga de regular el estado de animo, el sueño y el apetito- se produce en el estómago, por eso cuando hay una baja concentración de serotonina la persona puede estar irritable, con insomnio, ansiedad o incluso con depresión.
Aquí es donde entran los psicobióticos, que es una mezcla de probióticos que contienen bacterias beneficiosas para nuestro intestino. Estos te ayudan a mejorar tu salud digestiva y por lo tanto tienen un impacto positivo en la salud mental, porque cierto tipos de bacterias pueden influir en la producción de neurotransmisores que reducen los síntomas de la ansiedad y la depresión.
La microbiota intestinal esta compuesta por miles de millones de microorganismos que viven en nuestro estomago. Esos microbios cumplen funciones esenciales, como ayudar a que tengamos buena digestión, sintetizar vitaminas, protegernos contra patógenos por que ayudan a nuestro sistema inmunológico. Entre más variedad de alimentos consumamos, nuestra microbiota será más diversa y equilibrada, eso es clave para mantener una buena salud física y emocional, si todos los días comemos lo mismo de siempre, nuestro microbioma será muy pobre por que no recibe lo suficiente o lo que contienen los demás alimentos.
Así que si tienes más de 25 años, deja de sacarle el tomate y la cebolla a tu sandwich y cómelo por que tu cuerpo lo necesita aunque a ti no te agrade. En tu estomago tus millones de microbios prefieren distintos tipos de alimentos. Algunos prosperan con fibra, otros con fermentados, otros con frutas y vegetales. Esta diversidad microbiana es esencial para una digestión eficiente y una buena absorción de nutrientes. Son como pequeños guerreros que trabajan día y noche para proteger nuestro cuerpo, si los alimentamos bien, nos ayudan a crear defensas, combatir patógenos y mantenernos sanos. Pero si no les echamos alimento del bueno, corremos el riesgo de que estén debilitados.
Si no nos alimentamos adecuadamente, nuestra microbiota puede desequilibrarse, por ejemplo, cuando consumimos alimentos que contienen demasiados azucares, grasas saturadas o alimentos ultra procesados. Es normal que el resultado de esto sea una inflamación crónica, fatiga, problemas digestivos y alteraciones en nuestro estado de animo. Es por esto que después de una comida pesada y poco saludable sintamos el famoso “mal del puerco”: debido a que en vez de recibir un impulso de energía, nuestro cuerpo se siente pesado, lento, tenemos mucho sueño y sin ganas de movernos.
El sistema digestivo va mucho más allá de simplemente procesar la comida, puede convertirse en una herramienta que te ayude a sanar tu cuerpo si le proporcionas lo que necesitas en las cantidades adecuadas. Por eso muchos niños cuando se enferman, no quieren comer. Además se ha comprobado que aproximadamente el 70% de las células del sistema inmunológico se encuentran en el intestino. Esto significa que un estómago sano es fundamental para mantenernos protegidos contra enfermedades. Si tienes problemas intestinales, es más probable que seas vulnerable a infecciones comunes como la gripe, ya que tu sistema inmunológico no estará funcionando de manera adecuada.
Otra prueba de que el estómago actúa como nuestro segundo cerebro es la influencia de nuestras creencias y emociones sobre la digestión. Si tienes miedo a un alimento, es muy probable que al consumirlo te cause un malestar, aunque no tengas ninguna alergia o intolerancia real. Muchas personas creen que el gluten o la lactosa les hacen daño simplemente por que lo escucharon en redes sociales o lo vieron en un video viral de tiktok. Esta sugestión puede generar una respuesta física en el cuerpo, provocando dolor, inflamación o malestar estomacal. Pero en realidad, el alimento no es el culpable; el estrés, el miedo y la ansiedad son los que alteran el funcionamiento del sistema digestivo.
Este fenómeno demuestra que el estómago no solo responde a lo que comemos, si no también a cómo nos sentimos y lo que pensamos nos afecta. Por eso es fundamental cultivar una relación sana con la comida, basada en el conocimiento, la escucha del cuerpo y la confianza, no hay que andar creyendo cualquier cosa viral en el internet.
Queda claro que nuestro estómago no es solo un órgano que procesa alimentos, es un centro de inteligencia corporal que influye en nuestras emociones, nuestra inmunidad, nuestra energía y en nuestra salud mental, cuidarlo con alimentación variada, consciente y equilibrada es una forma poderosa de mejorar nuestra calidad de vida, así que la próxima vez que pienses en tu bienestar, no olvides que tu segundo cerebro también merece de atención.


